Querida Vera:
Hoy es mi último día en tu vida. Me voy sin
dejar rastro alguno. Espero no encontrarnos nunca más. A partir de ahora,
comienza una segura etapa para ti, sin mí. Pero no olvides cómo llegué a tu vida
y todo lo que has sufrido en el último año.
Tenías tan sólo quince años cuando comenzaste
tu relación con él. Querías ser parte de aquel grupo de amistades, y lo
conseguiste. Supongo que, a esa edad, te hacía sentir integrada, poderosa,
destacada,… Lo probaste en tus labios y dejaste que poco a poco perteneciera a
tu vida.
Cuando iniciaste tus estudios
universitarios, en Magisterio, tu relación se volvió más adictiva. Cada vez lo
necesitabas más, te calmaba en momentos de estrés en momentos de tranquilidad. Ese
era tu mayor apoyo durante el estudio, en el descanso,… Tu fiel compañero
cuando otros te fallaban. A pesar de los consejos de tus padres y amistades,
seguiste con él. Sé, Vera, que te fue muy difícil decirle que “no”. No terminaste
nunca tus terapias, hacías caso omiso a tu familia y a tu médico. En definitiva,
no supiste interpretar las señales.
La mañana del 5 de abril te despertaste
marcada. Apenas tenías voz. Afortunadamente, pediste ayuda. Te hicieron todas
las pruebas necesarias: radiografías, ecografías, analíticas,… Pasados unos
días, te llamaron con urgencia.
“¡Preséntese en su centro de salud!”.
Aquí se originó tu verdadera pesadilla. Pensabas
que eras invulnerable y que a tí no te iba a tocar.
Lo siento, no quise, pero tú fuiste quién me
llamó. Corrí rápidamente a tu lado y no me separé de tí hasta hoy.
Te diagnosticaron cáncer de garganta a
consecuencias de él. Sí, Vera, te escuché llorar. Y sí, también a tu madre, a tu
padre. A todos los escuché y no hice nada. Sé que te he hecho daño pero tendrás
que reconocer que he sido el único que logró sacarlo de tu vida. Poco a poco me
instalé en tu vida para quedarme este tiempo.
“¿Por qué a mí?, ¿por qué a mí?,…” – te repetías
una y otra vez.
Te confieso en esta carta que lo último que
deseaba era verte sufrir. Puede que a veces me pase y haga más mal que bien.
Recuerdo la noche en que me hablaste. Me dijiste
que íbamos a pasar juntos un tiempo. Pero sólo eso, un tiempo. Después me
tendría que ir y a cambio, tú lo dejarías. Te confieso, además, que me puse muy
contento que le echaras valor a todo este proceso. Aprendiste la lección que
vine a darte y lo has hecho muy bien. Has luchado y te mereces este final. El que
siempre deseo, aunque no siempre lo consiga.
Te deja tu amigo “el huésped”. Sí, le cogí
cariño al nombre que me pusiste, puesto que en el fondo es lo que soy. Ya me voy
para siempre de tu vida y te prometo que mañana, tu diagnóstico será: “limpia”.
Cumpliré el trato. Te deseo lo mejor. Cumple tus objetivos y tus metas en esta
vida, pues sólo tienes una. Seguro que serás buena enseñante.
Se despide,
Cáncer.
P.D.: No me olvides para no volver.
Diego Medina Saavedra
IES Guía 3º B
Santa María de Guía (Gran Canaria)
Ganador del concurso de relatos breves por el Día Mundial sin Tabaco
Ganador del concurso de relatos breves por el Día Mundial sin Tabaco
Corto realizado por el alumnado del ciclo de Imagen y Sonido del IES Guía, de Santa María de Guía, en Gran Canaria.
Publicado el 24 de mayo de 2017 con motivo del Día Mundial sin Tabaco
Creado en una de las técnicas de Stop Motion, Pixilación.
Curso 2016/2017.
Profesora, Alicia Vega Rodríguez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario